A
partir de su mención en el Antiguo Testamento, la Torre de Babel adquiere una
dimensión superior a su fastuoso valor arquitectónico. Se convierte en símbolo
de la confusión que invade al hombre cuando no puede comunicarse con sus
semejantes, porque cada uno emplea su propio idioma. Esta situación,
inicialmente caótica fue (según el relato bíblico) deliberadamente provocada
por Dios, para castigar el orgullo ilimitado de los seres humanos que
pretendían llegar a tocar el cielo con sus manos.
"Todo
el mundo era de un mismo lenguaje e idénticas palabras. Al desplazarse la
humanidad desde Oriente hallaron una vega en el país de Senaar y allí se
establecieron después dijeron: “Vamos a edificarnos una ciudad y una torre con
la cúspide en los cielos” Y descendió el Señor a ver la ciudad y la torre que
edificaban los hijos de Adán y dijo: He aquí el pueblo es uno solo y todos
tienen el mismo lenguaje; y han levantado esta fábrica; y no desistirán de sus
ideas hasta llevarlas a cabo. Descendamos pues a confundir su lenguaje de
manera que uno no entienda al otro. Y esta suerte los esparció el Señor desde
aquel lugar por todas las tierras, y cesaron de edificar la ciudad. De donde se
dio a ésta el nombre de Babel, porque fue allí confundido el lenguaje de toda
la tierra. (Génesis XI, 1 a 9).
Para
tratar de entender el misterio generado
alrededor de la torre babilónica hay que partir de la aseveración de su
existencia. Sin duda alguna fue un monumento concreto. Cobró gran trascendencia
hasta el punto de integrarse al folklore de los pueblos, como respuesta a la
inquietud por el empleo de tantas lenguas.
La
famosa y siempre buscada torre se elevaba en la ciudad de Babilonia, al sur de
Bagdad, en el curso medio del río Eufrates. El pueblo sumerio es considerado el
elemento civilizador de esta región. La tradición dice que los sumerios
llegaron por el este. Según los estudios arqueológicos se afirma que
constituyen una rama de la raza indoeuropea. Parece que su país originario era
montañoso. Esto resulta verosímil y es deducido por el hecho de que sus dioses
están siempre representados de pie sobre una montaña. Los sumerios les rendían
culto en lugares elevados. Cuando emigraron al valle del Eufrates, no
encontraron elevaciones naturales aptas para el culto religioso. Todo era
llano. De allí su afición a las construcciones elevadas, ya que creían que
cuanto más alto llegaban, más cerca de dios se encontraban. Así a estas
edificaciones con propósito religioso las llamaron "zigurat" (colina
del cielo o montaña de Dios). Eran torres piramidales escalonadas con un
santuario en la terraza y orientadas hacia los cuatro puntos cardinales por sus
ángulos. Servían de templos y observatorios a la vez. En cada ciudad importante
había por lo menos una de tales torres. El primer zigurat de Babilonia fue
construido por Hamurabi (1792-1750 a.C.), sexto rey de la dinastía semita.
Dominó toda la Mesopotamia y bajo su reinado Babilonia vivió un gran
florecimiento cultural. Al comienzo, el mismo Hamurabi promulgó un código legal
que inspiró la famosa ley hebrea del talión: "Ojo por ojo. Diente por
diente".
Cerca
del templo se erigía el zigurat, de 90 metros de altura, denominado
"Etemenanki" (casa de la fundación del cielo y de la tierra),
rebautizado por los hebreos como la torre de Babel. Más allá de la alusión al
hecho material de unión de cielo y tierra por medio del zigurat, existe una
unión espiritual entre las dos partes organizadas del mundo, según la creencia
de la época.
Pero
la torre de Babilonia fue destruida por completo. Aunque hoy, gracias a
descripciones recogidas en textos antiguos, se puede efectuar una delineación
de su arquitectura. Herodoto la describió como del tamaño de un estadio, en su
parte inferior. Sobre ésta se superponen siete terrazas, a las cuales se accede
por un camino exterior en espiral. Cabe recordar que lo que vio el filósofo
griego no es el edificio original, que había sido destruido previamente por
orden de Jerges (479 a.C.), sino la construcción remodelada al sufrir
deterioros por las distintas guerras e invasiones. Durante las excavaciones
realizadas en 1899-1917, por una expedición alemana, dirigida por el arquitecto
Robert Koldewey, se encontraron los pisos inferiores de la torre. En la tabla
de Esagil figuran las dimensiones de la misma. Dice este documento que la base
medía un poco más de 89 metros (los arqueólogos midieron 91,50 metros); que la
altura, el ancho y el largo eran iguales; las terrazas, de dimensiones
desiguales, eran siete en total. Según las cifras de la tabla, la altura debió
ser de 90 metros. El edificio estaba coronado por un santuario en el cual (se
le dijo a Herodoto) había una cama y una mesa de oro. Nadie dormía allí, salvo
una mujer del país elegida por el dios. Este santuario habría estado destinado
a la hierogamia del dios.
La
tradición histórica reconoce a este zigurat como el prototipo de la bíblica
torre de Babel. Ambas obras eran formalmente
parecidas, pese a que la primera, la torre de Babel, solo existiera en la
descripción bíblica ( y en la imaginación de los sacerdotes del templo de
Jerusalén que redactaron el texto a la vuelta del exilio en Babilonia). Del
zigurat de Babilonia, por otra parte, solo se conservan las trazas de los
cimientos. En ambos casos, son obras casi imaginarias, hoy.
La torre de Babel, También se asemejaba a una montaña. Servía
de enlace entre el cielo y la tierra. Se presentaba como una escalera
celestial. Es posible, entonces, que la diferencia entre zigurat y torre
babélica, siempre tan señalada, no hubiera sido tanto, o no hubiera existido.
De algún modo, puesto que se trataba de una construcción que se apoyaba en la
tierra y se alzaba hacia el cielo,
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