Los primeros textos del
Antiguo Testamento fueron escritos entre 1000 y 500 años a. C. posiblemente
recopilando tradicionales orales anteriores. En ellos en el Génesis, se
describe el primer jardín mítico, el Jardín del Edén, el Paraíso: un jardín en
el cual habían todo tipo de arboles que, producían todo tipo de frutas para
comer, en ese jardín se encuentra también el árbol de la vida, el árbol de la
ciencia del bien y el mal, lo cual tiene gran similitud o parentesco con Pairi
Daeza jardines persa que significa “Jardín Cerrado” El objetivo de estos
jardines era el de procurar la tranquilidad tanto espiritual como recreativa
(punto de reunión de los amigos), de hecho eran, esencialmente, un paraíso en
la tierra. La manera en que estos jardines se construían podía ser muy formal
(haciendo prevalecer la estructura) o muy informal (centrándose en las
plantas), respetando, no obstante, algunas reglas simples de concepción, con la
intención de maximizar, en términos de función y emoción, todo aquello que
podía ofrecer el jardín. Se estima que el origen de los jardines persas data de
unos 4000 a. C. los principales elementos de los jardines persa
son la luz del sol y sus efectos han sido un factor de suma importancia en
la estructuración de los jardines persas, así como las texturas y las formas
escogidas por el arquitecto para reducir el impacto de la luz. Debido a la
posición geográfica en la latitud de Irán, la sombra es extremadamente
importante en los jardines, sin ella no se obtendrían espacios utilizables (los
árboles y los emparrados ofrecen una sombra natural; los pabellones y las
paredes sirven, asimismo, para bloquear al sol). Los jardines persas, ofrecen,
por tanto, un espacio lleno de verdor y frescura.
Muchos
estudiosos han sugerido posibles ubicaciones del Edén. Según la Biblia, el
jardín del Edén estaba situado en Oriente. Con este punto de partida y a partir
de la referencia que se hace en el libro de que en el jardín había un río que
tenía cuatro afluentes, no hay duda de que estaba situado en Oriente. Los ríos
son: el río Pisón, el río Gihón, el río Hidekel, que es realmente el Tigris, y
el río Eufrates.
Las
descripciones e ilustraciones más antiguas acerca de los jardines iraníes
provienen de los extranjeros que llegaron a Irán procedentes de los países
situados más al Oeste. Estas descripciones incluyen las de Ibn Battuta, del siglo
XIV, Ruy González de Clavijo, del siglo XV, y las de Engelbert Kaempfer, del siglo XVII. Battuta y
Clavijo no hicieron más que unas descripciones someras de los jardines sin
describir su planificación, en tanto que Kaempfer realizó unos diseños precisos
y concretos que dejó grabados cuando regresó a Europa. Dichos grabados muestran
los jardines del tipo chahar
bagh en los que pueden
observarse los elementos siguientes: un recinto, dos estanques rectangulares,
una red interior de canales, unos pabellones, y plantaciones lujuriosas. Dos
ejemplos que todavía se conservan de este tipo de jardines pueden contemplarse
en Yazd (Dowlatabad) y en Kashan (Bagh-e-Fin). Se pueden identificar
perfectamente los jardines grabados por Kaempfer situados en Isfahán.
La gran pregunta
es ¿Existió realmente el Jardín del Edén? De ser esto cierto ¿Dónde está
situado? ¿Se identifica con alguna zona geográfica actual? ¿Queda algún rastro
o vestigio de que si existió?
De haber
existido esta región, debió estar situada aproximadamente al sur de lo que hoy
conocemos como Irak, pero ¿queda algo o evidencias de eso? Es muy probable que
la respuesta sea que no ya que han sido muchas las exploraciones que se han
realizado en la zona a lo largo de la historia con las que han tratado de encontrar
algún resto iluminador pero nunca se encontró algo que realmente demostrara las
afirmaciones que se dan en las Sagradas Escrituras.
Muchos
aseguran que la idea del Jardín del Edén como paraíso en la tierra fue
evolucionando, sobre todo a la sombra del cristianismo, y pasó a convertirse
más en un paraíso celestial, en el premio supremo tras dejar nuestra vida
terrenal.
Esta comparación entre el
Jardín del Edén descrito en la Biblia y Pairi Daeza es otra de las grandes
similitudes que existe, la cual nos hace pensar o probablemente dudar de las
sagradas escrituras debido a que la Biblia puede ser únicamente una copia de
los sucesos que pasaron antes de ser escrita.
Pero quien critica esta en
el deber de demostrar que ha encontrado una falla, es su obligación puesto que
si a mí hay algo que me parece ambiguo no me da ningún derecho de decir que la
Biblia es errónea, más bien puedo objetarlo solo mostrando que las Escrituras
claramente niegan la doctrina que enseñan y por lo mismo no puede ser un libro
inspirado por Dios.
Históricamente se han resuelto muchos supuestos errores con
sencillamente reconocer que hemos interpretado mal el texto sagrado. El
creyente consiente debe evitar una interpretación dogmática en cuestiones de
importancia secundaria, y debe reconocer que cristianos sinceros han ofrecido
algunas interpretaciones que no pueden ser probadas por los hechos como ahora
los entendemos generalmente.
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